Propiedad y posesión (tesoro)
18. EL TESORO DEL VIAJERO DESMEMORIADO
Cayo, teniendo que salir de viaje, había enterrado en un fundo ajeno una cantidad encerrada en una caja sellada para guardarla mejor. Al volver no se acordaba dónde se hallaba la caja y se preguntaba si la había dejado de poseer. Sorprendido por las frecuentes visitas de Cayo a su fundo, Vinicio hijo de familia de Ticio, propietario del fundo, expulsa violentamente a Cayo de la finca e inicia una minuciosa búsqueda y encuentra la caja que entrega a su padre.
Papiniano, 23 quaest. D.41.2.44pr.
I. Personas que intervienen en el litigio
- Cayo: propietario de la caja que entierra en el fundo de Ticio.
- Ticio: propietario del fundo.
- Vinicio: hijo de Ticio que expulsa a Cayo y continua la búsqueda del tesoro.
II. La clave del caso
Para determinar de quien es la caja es necesario, previamente, precisar quien es su propietario y si puede estimarse que ésta es susceptible de ocupación por ser tesoro o cosa abandonada (res derelicta).
La caja enterrada por Cayo no puede considerarse como una res nullius porque no se ha producido el abandono por parte de su dueño que la convierte en res derelicta, como se deduce de la diligencia de Cayo en ocultarla con la intención evidente de recuperarla después.
Tampoco puede considerarse como tesoro porque no se da el requisito de que se desconozca quien escondió o fue propietario de la caja; más bien al contrario, la búsqueda de la caja por parte de Vinicio se inicia porque Cayo es visto frecuentemente en el fundo del padre de aquel, Ticio.
III. Acciones y excepciones
Cayo sigue siendo propietario de la caja y deberá ejercitar la acción exhibitoria como trámite previo a la interposición de la reivindicatio con el fin de saber si ésta se encuentra en posesión de Ticio.
Cayo puede interponer esta acción para recuperar la caja que retiene Ticio y respecto de la que nunca ha dejado de ser propietario: no la ha abandonado pues la esconde y vuelve a por ella.
Si Ticio, tras conocer que la caja es de Cayo, se negara a devolverla y pudiera probársele el animas furandi, o sea la intención de apropiarse de lo encontrado contra la voluntad de su dueño, procedería esta acción.
Ticio, padre de Vinicio, no puede ejercitar esta acción por dos motivos:
- 1) esta acción protege al propietario bonitario, esto es, quien está en vías de usucapir una cosa mediante su posesión de buena fe. En el caso planteado, es muy probable que la posesión de Ticio sea maliciosa pues dificilmente puede ignorar que quien enterró la caja en su fundo es Cayo.
- 2) la acción publiciana se concede con el fin de recuperar la posesión de una cosa cuyo plazo para usucapirla no se había completado. En este caso, Ticio es el que retiene la caja y se niega a restituirla a Cayo.
Este interdicto posesorio no procede por cuanto el litigio no versa sobre la posesión de la caja sino sobre quién es su propietario.
Según Labeón, el derecho de Cayo sobre el tesoro debe ser protegido con este interdicto si Ticio intenta, con violencia, impedir que excave y haga suya la mitad del tesoro.
En principio, este interdicto sirve para reintegrara en la posesión a quien ha sido despojado o expulsado de ella por la fuerza, pero de modo semejante, debe concederse a Cayo.
En el caso concreto, este interdicto carece de eficacia pues, aunque es un medio legítimo de defensa de Cayo, la caja ya ha sido encontrada, tras una búsqueda intensiva, por Vinicio, hijo de Ticio.
Cayo, de forma similar al propietario de un inmueble que realiza obras sobre el mismo que pueden causar algún daño en la finca vecina, debía prestar garantía de que respondería del daño causado en la finca de Ticio a causa de la excavación para sacar la caja. Cayo respondería si hubiese causado daños en el fundo con motivo de la excavación para buscar la caja.
Ticio, padre de Vinicio podría oponer esta excepción frente a la acción reivindicatoria de Cayo al considerarse justo propietario de lo que ha sido hallado en su fundo por su hijo sometido.
No obstante, hay que tener en cuenta que, en este caso, esta excepción no es procedente porque la propiedad de la caja enterrada por Cayo no puede adquirirse por ocupación al no tener la consideración de tesoro o cosa abandonada.
No procede porque se trata de un medio general no aplicable cuando existen otras medidas concretas.
No procede, sólo se aplica a la reclamación por hurto de dinero o cosas consumibles.
IV. Instituciones y reglas
La caja no puede considerarse como un tesoro. Para la existencia de éste se requiere que no exista memoria de quien lo escondió o fue su propietario y que el descubrimiento sea fortuito y non data opera.
La caja enterrada por Cayo no puede considerarse como una res nullius porque no se ha producido el abandono por parte de su dueño que la convierte en res derelicta, como se deduce de la diligencia de Cayo en ocultarla con la intención evidente de recuperarla después.
Tampoco puede considerarse como tesoro porque no se da el requisito de que se desconozca quien escondió o fue propietario de la caja; más bien al contrario, la búsqueda de la caja por parte de Vinicio se inicia porque Cayo es visto frecuentemente en el fundo del padre de aquel, Ticio.
Cayo es propietario de la caja, porque no la ha abandonado, y Ticio es propietario del fundo.
Ticio es poseedor de la caja descubierta. Cayo conserva el animus possidendi, mientras la pueda recuperar, que se completará con el corpus possessionis cuando le sea devuelta.
Habría hurto si se demuestra el animus furandi de Ticio al negarse a devolver la caja.
V. Respuestas jurisprudenciales y solución razonada
Paulo: El tesoro es una cierta cantidad depositada de la que ya no se recuerda quién pudo ser su propietario; y así se hace de quien lo haya encontrado, pues no es de nadie más; en cambio, si alguien hubiera escondido algo bajo tierra por codicia, temor o precaución, no hay tesoro, y puede ser objeto de hurto. (Paul. 31 ed.).
Trifonino: Si el que está bajo la potestad de otro hubiera hallado un tesoro, deberá tenerse en cuenta la persona para quien lo adquiere, de modo que, si lo hubiera hallado en terreno ajeno, adquiera para él sólo una parte, pero si lo hubiera hallado en terreno de su padre o dueño, se haga todo el tesoro de éste; pero, si es en terreno ajeno, sólo la mitad.
Labeón: Un tesoro mío está en tu fundo, y no me permiten excavarlo. Dice Labeón que, si no lo mueves de sitio, no puedo reclamarlo fundamentalmente por la acción de hurto, ni por la exhibitoria, porque ni lo posees ni dejas de poseer por dolo malo, lo que podría suceder si ignorases que aquél tesoro está en tu fundo. Pero no es injusto que jurando yo que no lo reclamo por vejación, se me dé o un interdicto, o una acción para que no impidas por la violencia que excave y lleve el tesoro, siempre que no deje yo de darte caución del daño temido como consecuencia de aquella excavación; pero si este tesoro me había sido hurtado, puede demandarse también con la acción de hurto.
Solución razonada:
a) Cayo sigue siendo el propietario de la caja.
Correcta: no ha dejado de poseerla de forma que no es una res derelicta. No es tampoco un tesoro. Para recuperar la propiedad sobre la misma ejercitaría la actio reivindicatoria.
b) La caja es un tesoro y pertenece a Ticio paterfamilias de su inventor y propietario del fundo donde se halla.
Incorrecta: no tiene la consideración de tesoro.